Promotor: | Ayuntamiento de Parets del Vallès |
Autor: | Manuel Ruisánchez |
Equipo y Colaboradores: | Pere Fuertes, Arq.; Anna Casals, Arq.; Susana Toyos, Arq.; Núria Pié, Arq.; Megui García, Arq.; Miquel Burguet, Arq.; Aida Munsó, Arq.; Felipe Peña, Arq.; BOMA (Estructuras); Eulàlia Aran, Arq. Técnica; Joan A. González Gou (Ing. Industrial); Arcadi de Bobes, Arq. |
Superficie y Presupuesto: | 4.665,00 m2 y 4.997.000,00€ |
El paraje de Can Serra forma una reserva de espacio libre de valor agrícola que organiza a su alrededor los diversos tejidos urbanos que forman el municipio de Parets del Vallès. El edificio de la residencia ocupa una parte del límite sur de este ámbito, actuando como mediador entre la ciudad construida y el entorno libre protegido, que desciende en una suave pendiente hacia el norte.
La residencia extiende la rasante urbana en una plataforma horizontal sobre la que se dispone el programa en una única planta y que acumula el desnivel con la topografía en una serie de muros de gaviones, como en un aterrazamiento agrícola. Tan sólo el edificio administrativo se concibe en dos plantas de altura, como hito territorial.
El edificio se organiza en extensión a partir de una trama en dos direcciones cruzadas que introduce ligeros quiebros en cada uno de sus nodos para remarcar su condición de lugar de encuentro. En dirección norte-sur, los cuerpos de habitaciones; de este a oeste, las salas y los servicios. Los intersticios de la malla forman un conjunto de patios rodeados por la edificación o bien abiertos hacia el prado vecino.
Esta trama quebrada permite que el edificio se configure a imagen de una pequeña ciudad, en la que las salas y los nodos ocupan el papel de plazas y los corredores se imaginan como calles, de modo que cada una de las habitaciones se abre a esta particular calle como lo haría la puerta de una casa, ligeramente distinta a sus vecinas gracias al uso del color.
Las cubiertas del edificio adquieren una gran importancia. Desde las lomas de Can Serra, se percibe como un conjunto de piezas regulares distribuidas a dos alturas –un nivel bajo para las habitaciones y una cota alta para las salas comunes– que se confunden con los materiales y colores de los prados y campos cultivados. Los patios actúan como un tercer nivel de cubiertas verdes que permite entender el conjunto como un mosaico en continuidad con el ámbito agrícola.
El perímetro urbano del edificio se materializa con muros de fábrica de ladrillo blanco, rematados en celosía, en contraste con el cerramiento vidriado de las salas de uso común, que permiten integrar los patios adyacentes. Los cuerpos de habitaciones descansan en una serie regular de machones de obra estucados en colores piedra alternados, de manera que siempre hay un color dominante en cada patio. Por el contrario, la torre administrativa se resuelve con una membrana ligera de aluminio microperforado que emerge sobre el resto del edificio.
Climáticamente, la residencia se concibe como un sistema entretejido de cuerpos edificados y patios que crean unas condiciones particulares donde la vegetación actúa como primer regulador higrotérmico. Las habitaciones incorporan y mejoran estas condiciones mediante un cuidado dispositivo de ventilación natural regulable y el control estacional de la radiación directa –que se repite con diferencias en las salas comunes–, basados en un estudio del comportamiento climático, que no hace sino reconocer y actualizar el uso tradicional de esos dispositivos.